Dique Los Sauces, La Rioja, Argentina. |
Un día aprendí que el horizonte no es más que una línea que
separaba dos realidades hermosas y
enamoradas. Es una frontera imperceptible que se roba nuestra mirada en cada
amanecer y atardecer. Pero insisto, es solo una línea y aun así hablamos de ella
como si fuera algo más que eso, como si su existencia marcara por completo la nuestra. Hay tantas cosas que nos limitan, que influyen de lleno en
nuestra vida más que una frontera imaginaria. Sin embargo seguimos
escribiendo canciones en su nombre e imaginando llegar a él, como si alguna vez
fuéramos a encontrar la olla con oro al final del arcoíris.
A veces lo pienso un poco y tal vez nosotros seamos el
horizonte, o al menos vivimos en él, en esa franja donde el cielo y la tierra
se unen, donde se recuerdan cuanto se aman. Tal vez nosotros seamos el producto
de ese amor, ya saben, como el de la pacha y el inti.
La verdad es que ya no me queda buscar ese lugar donde se
pierde el horizonte, si él ya está en mi es imposible que lo pierda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario