sábado, 30 de mayo de 2015

A ti, pequeño año

2015, hoy te quiero escribir a vos. Escribiré con un poquito de pasión, de esa de la que hablaban algunos griegos, pero sin irme al extremo de recitarte el diccionario entero de insultos. Te dedico mis palabras porque necesito mencionarte que precisamente vos no sos mi mejor año. Sé que a veces uno se queda con el mal momento de la crisis y no mira todo el aprendizaje que implica, así que gracias de antemano por todo lo bueno. Sin embargo  por momento se me cruza pensar “y hasta el año pasado yo era tan feliz ¿qué pasó? La vida te pasó por encima, querida…” Lo cierto es que en el 2014 no era tan feliz, solo que estaba en modo automático, aguantando como mula de carga todo el peso que iba cargando desde hacía años. No me sentía bien, no sentía siquiera, solo me aseguraba de cargar bien el titulito de buena hija, de buena estudiante, de buena amiga, de buena persona y remarla como negra esclava para que todo siga bien. Y así vivimos casi felices hasta que algo me despertó, santo estrés. Si no hubiera colapsado no hubiese conocido a gente maravillosa, hubiese seguido con mi carrera aunque la odiara, hubiese seguido mi vida por inercia porque a decir verdad realmente no sabía quién era ni que quería. Entonces llegaste, con el mal rato de las fiestas pasadas y un grandioso viaje en puerta, por lo que yo me pregunto si hacía falta que arruinaras ese gran momento con la idea de que esta no era la vida que yo quería. Incluso, sin importar con quien hable, nadie me quita la idea de que este es un año desastroso. Todo se está derrumbando, todo está cambiando, todo se siente tan diferente. De igual forma no sé qué tienes de especial ni que magia ocultas, será que era algo que hacía falta y tal vez solo fuiste una casualidad. Necesitamos mejorar, arreglar todo, sentir que podemos imaginar algo grandioso y hacerlo; sentir que no podemos llegar más bajo que del fondo del pozo;  sentir que somos fuertes.

Así que aquí estás, cantándonos serenata, esperando que reconozcamos cuando valioso es tu trabajo en nuestras vidas. Creo que si estás haciendo un buen trabajo, solo que me gustaría que dejaras de soplar tan fuerte, que estás derribando el castillito de arena en el que vivo, y como sigas así, no me va a quedar nada.

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