jueves, 3 de diciembre de 2015

Al momento de partir

Camino a Pozo de Piedra, La Rioja, Argentina. Foto Silvia Bretillot(mi mamá :D )
Es tan raro irse. Primero uno empieza juntando lo que es, empacándose, y luego mete en una caja las cosas que le sirven. Y la verdad es que nunca son grandes cajas, sino del tamaño justo porque las cosas que importan son muy pocas. De repente, sin querer, en algún momento se nos cuela esa anticipada soledad, siempre acompañada de un poquito de melancolía. Eran tanto los planes que tenía y tantos los que me exigían irme. Incluso eran aún más las ganas de encontrar algo tan fuerte que me ayudara a quedarme, a hacer las cosas aún más sencillas. Pero aquí estoy, empacando.
Has sido raro, 2015. Sé que aún no acabas pero desde ya quisiera irme despidiendo y sobre todo decirte que podría proclamarte como el peor de mis años, pero no le haría justicia a los que sí fueron peores. No has sido tan malo, solo fuiste un momento de cambio, de redescubrimiento. Un instante como para aceptar que ya había cosas que eran de una forma determinada y que podía seguir luchando contra ellas o simplemente dejarme llevar un poco.

Así que me estoy yendo y es bueno saber que de una forma u otra, ya casi ha dejado de llover.

jueves, 20 de agosto de 2015

Un hombre necesita viajar...

Un cóndor volaba a nuestro alrededor en Las Peñas, La Rioja,
Argentina
Más de una vez uno va buscando sin saberlo, esperando a encontrar ese algo que le de sentido a todo lo que ha ido sucediendo en los ultimo años. A veces solo esperamos una palabra de aliento, un poco de apoyo, un suspiro de sabiduría. A veces solo encontramos cosas desparramadas por ahí, como esto:

"Un hombre necesita viajar. Por su cuenta, no por medio de historias, imágenes, libros o tv. Necesita viajar por si mismo, con sus ojos y pies, para entender lo que es suyo. Para un día plantar sus propios árboles y darle valor. Para conocer el frío y disfrutar del calor y lo opuesto. Sentir la distancia, el desabrigo para estar bien bajo su propio techo. Un hombre necesita viajar a lugares que no conoce para romper esa arrogancia que nos hace ver el mundo como lo imaginamos y no simplemente como puede ser. Que nos hace profesores  doctores de lo que no vimos cuando deberíamos ser alumnos y simplemente ir y ver."
  Amir Klynk


Y son tantas las preguntas que reaparecen... 

martes, 30 de junio de 2015

El Horizonte

Dique Los Sauces, La Rioja, Argentina.
Un día aprendí que el horizonte no es más que una línea que separaba dos realidades  hermosas y enamoradas. Es una frontera imperceptible que se roba nuestra mirada en cada amanecer y atardecer. Pero insisto, es solo una línea y aun así hablamos de ella como si fuera algo más que eso, como si su existencia marcara por completo la nuestra. Hay tantas cosas que nos limitan, que influyen de lleno en nuestra vida más que una frontera imaginaria. Sin embargo seguimos escribiendo canciones en su nombre e imaginando llegar a él, como si alguna vez fuéramos a encontrar la olla con oro al final del arcoíris.
A veces lo pienso un poco y tal vez nosotros seamos el horizonte, o al menos vivimos en él, en esa franja donde el cielo y la tierra se unen, donde se recuerdan cuanto se aman. Tal vez nosotros seamos el producto de ese amor, ya saben, como el de la pacha y el inti.
La verdad es que ya no me queda buscar ese lugar donde se pierde el horizonte, si él ya está en mi es imposible que lo pierda.


El arte de Artesaniar

No sé si alguien se acuerda pero hace casi dos meses que escribí sobre el desertar, sobre tomar nuestra humanidad y huir de aquello que nos estaba haciendo mal. Bueno, los frutos se están viendo ahora y se llaman Nehuén.
Nehuén es un proyecto de artesanías que empecé hace unas semanas y también es una palabra mapuche que significa “fuerza”, que es justo lo que estuve cultivando durante este año, fuerza para enfrentarme a las cosas que no estaban bien, para mejorar. 

Los invito a pasar, a dar una vuelta entre los tejidos y los cuadernos. Miren que si sale todo como ha sido esperado, este proyecto me llevará a donde se pierde el horizonte. 









jueves, 25 de junio de 2015

Carta a quien alguna vez me conoció tanto

Hola, es raro volver después de estos años que han pasado, recién ahora escribirte, dedicarte un pequeño espacio con el todo cariño que tal vez te mereciste. Esta es mi forma de escribirte una carta sin gastar tiempo ni papel, ni ruegos para que no retengan el sobre en alguna aduana de por ahí, como ya pasó antes.
Te escribo porque fuiste alguien que conoció los problemas en cuanto pasaban, porque me conociste tanto en algún momento, justo cuando nuestros mundos no eran tan grandes, cuando aún teníamos arreglo. Te escribo solo porque quiero escribirte, porque quiero hacerte presente, como si te extrañase algunas veces, como si no me resultara raro hablar contigo y darme cuenta de que has crecido tanto…  Creo que estamos grandes y a veces  nos ponemos a recordar como lo hacen mis abuelos, recordamos esos que fuimos hace tanto y eso que han pasado solo tres años. Imagínate lo que será en veinte más, imagina que tal vez aún nos recordemos.  

La verdad es que no quiero decirte absolutamente nada en específico, no nos debemos nada. Simplemente recordarte, hacer una nota sobre ti, para cuando la memoria me traicione saber que estuviste, que me escribiste, que alguna vez exististe.

domingo, 31 de mayo de 2015

Y nos vamos acostumbrando...

Realmente no sé de quien es la foto, la encontré perdida en pinterest.
Y nos vamos acostumbrando a estar solos, a que los "te extraño" no duran mas que un par de días y que la importancia que le damos a una persona nos hace esclavos de esta. Que todos nuestros "para siempre" son igual de mortales que nosotros y que hasta los buenos momentos también cansan. Que todas las mañanas nos obligamos a no esperar algo de quien sea y cada noche nos desilusionamos sabiendo que somos incapaces de hacerlo. Y también nos acostumbramos al frío, al cansancio, al hambre, a los brazos sin abrazos, a las mañanas desayunando solos y al precio que implica vivir con esta libertad. En fin, nos vamos acostumbrando a estar solos.

sábado, 30 de mayo de 2015

A ti, pequeño año

2015, hoy te quiero escribir a vos. Escribiré con un poquito de pasión, de esa de la que hablaban algunos griegos, pero sin irme al extremo de recitarte el diccionario entero de insultos. Te dedico mis palabras porque necesito mencionarte que precisamente vos no sos mi mejor año. Sé que a veces uno se queda con el mal momento de la crisis y no mira todo el aprendizaje que implica, así que gracias de antemano por todo lo bueno. Sin embargo  por momento se me cruza pensar “y hasta el año pasado yo era tan feliz ¿qué pasó? La vida te pasó por encima, querida…” Lo cierto es que en el 2014 no era tan feliz, solo que estaba en modo automático, aguantando como mula de carga todo el peso que iba cargando desde hacía años. No me sentía bien, no sentía siquiera, solo me aseguraba de cargar bien el titulito de buena hija, de buena estudiante, de buena amiga, de buena persona y remarla como negra esclava para que todo siga bien. Y así vivimos casi felices hasta que algo me despertó, santo estrés. Si no hubiera colapsado no hubiese conocido a gente maravillosa, hubiese seguido con mi carrera aunque la odiara, hubiese seguido mi vida por inercia porque a decir verdad realmente no sabía quién era ni que quería. Entonces llegaste, con el mal rato de las fiestas pasadas y un grandioso viaje en puerta, por lo que yo me pregunto si hacía falta que arruinaras ese gran momento con la idea de que esta no era la vida que yo quería. Incluso, sin importar con quien hable, nadie me quita la idea de que este es un año desastroso. Todo se está derrumbando, todo está cambiando, todo se siente tan diferente. De igual forma no sé qué tienes de especial ni que magia ocultas, será que era algo que hacía falta y tal vez solo fuiste una casualidad. Necesitamos mejorar, arreglar todo, sentir que podemos imaginar algo grandioso y hacerlo; sentir que no podemos llegar más bajo que del fondo del pozo;  sentir que somos fuertes.

Así que aquí estás, cantándonos serenata, esperando que reconozcamos cuando valioso es tu trabajo en nuestras vidas. Creo que si estás haciendo un buen trabajo, solo que me gustaría que dejaras de soplar tan fuerte, que estás derribando el castillito de arena en el que vivo, y como sigas así, no me va a quedar nada.

martes, 5 de mayo de 2015

Desertar

A veces pasa, todos tenemos nuestros días malo. Algunas veces son muchos, incluso se llegan a convertir en meses y años, entonces es ahí cuando uno se da cuenta de algo obvio “las cosas están mal, hay que hacer algo”. Por ende la pregunta sería ¿Qué hacer? Cada situación es única por lo que buscar una respuesta universal a todos los problemas sería imposible, y ya no sirve el cuentito ese de “le pongo mi mejor cara y me aguanto el problema como sea” porque tampoco es así. Aún con la mejor sonrisa, los conflictos si se juntan terminan por bajarte los dientes en sentido simbólico. Se los aseguro, a mí ya me bajaron un par. Y no, las cosas no están tan bien, pero uno lo va intentando, va haciendo cambios, dejando de lado las cosas que hacen mal y aferrándose a lo que aún hace bien. Es curioso tal vez, porque esta forma de actuar me ha ido convirtiendo en cierta forma en una desertora, en una de esas personas que ha abandonado varias cosas con las que se había comprometido, pero que al final me estaban dañando mucho. Entonces recién ahora con 20 años he empezado a sentirme totalmente responsable de mis decisiones, porque yo fui la que elegí comprometerme con una carrera, con un taller, con un trabajo y tantas otras cosas, y lo hice sin ser consciente de lo que iba a terminar por generarme, ya que “con probar no pierdo nada” y al final he terminado por perder más tiempo del que me hubiese gustado.

Y me siento una persona nueva, y cada acción tiene más sentido que antes. Ahora queda tomar las decisiones adecuadas para seguir avanzando, no vaya a ser que por apurada vuelva a perder aún más tiempo que antes.

sábado, 25 de abril de 2015

Erase una vez el mundo

Recuerdo que hace un tiempo un amigo reivindicaba la distancia. Decía que gracias a la tecnología estamos más cerca de quienes tenemos más lejos, que las personas a las que más ha querido han estado de una u otra forma lejos. Yo lo entiendo, me he acostumbrado desde pequeña a vivir así, extrañando a los que no estaban, porque mi familia siempre estuvo a 400km, porque hasta mis amigos imaginarios estaban en otro lado y no conmigo. Si relaciono eso con un video que vi hoy (acá les dejo el enlace, por favor véanlo) y me centro solo en la parte de las historias y no tanto en la ecología de su mensaje, diría estamos ya muy lejos de seguir creando historias, no todos, pero si la gran mayoría ha perdido la noción de lo real. Porque no sé lo que piensen ustedes, pero creo que armar un vínculo a partir de un par de caracteres que van y vienen a través de internet no es una historia que desee contar. Prefiero una carta, cargada con la prolijidad de quien la envía, con un trazo manchado, con todos los rizos que se dibujan en algunas letras. Si tengo que seguir eligiendo a la gente que está allá donde se pierde el horizonte, prefiero que me llamen, que graben un maldito video, que busquen una forma de s
er más reales, porque no quiero escribir historias sobre las estupideces que se dicen en un chat. Cada una de esas malditas conversaciones que se ven como un libreto, anunciando lo que dicen los actores, pero de forma superficial, falsa. Si mis días siguen marcados por la distancia quiero recordar los suspiros, el estruendo de una risa, el temblor de una voz y el entrecortado ritmo de una respiración. No quiero que me hablen con emoticonos, quiero escuchar sus emocionas, verlas, sentirlas, porque solo así puedo hacerlas mías también y puedo de alguna forma estar ahí cerca de ustedes.
Y si tengo la suerte de no estar siempre distante, mirando sus caras, no quiero estar viendo sus vistas bajas contemplando solo la maldita pantalla del celular, porque yo no me voy al campo para sacar una foto que pueda compartir con gente que no me interesa. Si voy es porque quiero estar ahí, quiero compartir con la naturaleza, y si los busco es para compartir su presencia y no lo que figura en una maldita red social.

Quiero seguir recibiendo cartas, quiero seguir intercambiando regalos, abrazos, suspiros, sueños, metas. Quiero que valga la pena escribir una historia sobre esta vida, que no se reduzca todo a una sola ventana de chat.

viernes, 17 de abril de 2015

Gracias por irte

Foto de Theo Gosselin
Hoy quiero escribirte a vos, sí, solo a vos. Escribirte una suerte disculpa y regaño a la vez, pero que no deja de ser un agradecimiento, porque llenaste un lugar muy importante y de golpe desapareciste. No digo que todo sea tu culpa, yo no soy la más laburante acá, y sin embargo a veces lo intenté más y otras ni me molesté. Dejé que todo fluyera, que fuera lo que tenía que ser, justo como decías. Es cierto que a veces me negaba a aceptar que todo estaba destinado a terminarse y pataleaba y hacía berrinches como un niño  y decidía ponerme esa amistad al hombro y llevarla como pudiera. Algunas veces me recitaste el discursito de que las amistades se hacen de a dos, y  sin embargo muchas veces ya ni hablábamos si yo no empezaba, o simplemente desaparecías y yo me encerraba en mi orgullo.

De todas formas, aún con el tiempo que fuera, uno de los dos se terminó yendo por que ya no se podía seguir tirando o aflojando de más. Entonces después de 12, de 7, de 5, de 3 años y hasta de pocos meses desapareciste y ya ninguno lo intentó. Es que simplemente no hay peleas, no hay broncas, solo una total indiferencia ¿para qué seguir negando lo evidente? Aun así te agradezco el tiempo invertido, las risas, lo buenos momentos, las puteadas y los malos ratos, agradezco que hayas conocido la parte más dura de mi historia y que hayas desaparecido justo cuando yo me aferraba a ti. Gracias por todo y sobre todo por irte, hoy sé que he crecido muchísimo gracias a tu ausencia.

miércoles, 15 de abril de 2015

Mis Montañas

Creo que hay amores que se vuelven reales con el tiempo...

Dique de los sauces, La Rioja, Argentina. Explorando lo que parecían unas cuevas.
Foto de Silvina Paez, mi genialosa tatuadora.
Mis manos duelen demasiado, ni hablar de mis brazos o piernas. Justo donde alguna vez tuve un callo, hoy tengo un cráter que termina en carne viva. Mis manos arden, pero no es un dolor incómodo, apenas una molestia, una de esas que surgen justo cuando estás logrando algo. He vuelto a clases de escalada, es apenas la primera semana y casi que me siento como alguien que ha superado los 80 años, caminando despacito, haciendo movimientos cortos y muy controlados, porque hasta caminar duele. De todas formas eso es lo menos importante, sino que va junto con un par de cosas que se han ido trazando a lo largo de estos meses: creo que estoy enamorada de eso que llaman “Montañas”. Unas altas, otras más bajas, otras imponentes y muchas lejanas. Siempre han estado conmigo, ahí presentes, he vivido y convivido con ellas, al punto que tengo un par a pocas cuadras de casa y que mis mejores recuerdos junto a mis padres han sido en alguna salida a caminar por algún cerrito de por allí. Hasta he llegado al punto de tatuármelas para que, cuando me aleje de ellas, no sienta que algo me falta.

Cerro de la cruz en un atardecer, así se ve desde la parada del colectivo frente a casa. La Rioja Capital, Argentina
Mis montañas huelen a poleo, incayuyo y jarilla; saben a arcilla y agua de vertiente, a higo, a nueces, a berro… Florecen con cada lluvia, sobreviven a cada sequía, esconden el sol rápido para que podamos soñar cada noche.
Y sí, vivo entre montañas rojas y me atrevo a decir que vivo en el paraíso, al menos en un edén personal, propio y reservado solo para aquellos que tienen ganas de luchar una batalla interminable, aunque no por una victoria, sino por una simple bendición. Es que cuando uno empieza a subir una montaña, a escalarla, a caminarla, se da cuenta con que una batalla no gana la guerra, y como decía Mandela “Después de escalar una montaña muy alta, descubrimos que hay muchas otras montañas por escalar.”

Simplemente amo este lugar y sé que el día que tenga que irme viviré añorando ese terruño alto y lejano, ese donde aprendí que era lo que quería del mundo.

viernes, 27 de marzo de 2015

¿Nacemos en cada lugar para algo?

¡Viedma! ¡Viedma! ¡Viedma! No sé si tenga tanta suerte, pero ya saben que con esperanzas se viven y yo quiero simplemente llegar a Viedma, justo antes de que se me acabe el otoño y los exámenes me tapen la cabeza. ¿Por qué Viedma? No importa realmente el lugar, solo tengo de momento una necesidad desesperada de enamorarme de Patagonia, casi como ir al encuentro de un desconocido con la simple esperanza de que este nos llene el alma, y además justo ahí vive mi mejor amiga de la infancia, una de esas personas que hace la distancia tan horriblemente hermosa. Y aparte de juntarme con Sofi, mi gran amiga, también podría conocer el mar (acá es cuando me ven saltando de emoción por todos lados), ya que no conozco una masa de agua estancada (en el buen sentido) mayor a la de un lago… Además también me emociona la posibilidad de conocer un poco más de este hermoso país, ya que a decir verdad conozco muy poco. Esto lo noté el otro día, hablando con unos viajeros brasileros, que me preguntaron “¿Conoces toda Argentina?” Claramente la respuesta fue que no, cosa que me hace ver que no sabemos nada de los lugares donde vivimos, incluso pensar que estando a pocos kilómetros de Talampaya, Laguna Brava, Cuesta de Miranda, una mini parte de la tremendísima Cordillera de los andes y cuantos otros lugares en mi provincia, no me doy el tiempo de conocerlos. También pienso en los bosque que están desapareciendo en Chubut por culpa de unos hijos de re mil puta (disculpen mi mal vocabulario, pero no existe una forma amable de denominarlos), y me apena darme cuenta que hay gente que, aun viviendo ahí cerca, no llegó a descubrirlos como se merecían y puede que nunca lo hagan… ¿Qué quieren que les diga? Siento que nos han robado un poquito de sol a todos con esos incendios.

Volviendo al tema, si me aferro a la idea de que las cosas pasan por algo, también he de admitir que nacemos en cada lugar por algo, y yo quiero saber para qué.

P/D: Sé que no deberíamos hacernos cargo de los errores de los demás, pero hay situaciones que lo ameritan, así que por favor, firmen los que puedan, recuerden que todos somos el bosque http://www.hagamoseco.org/petitions/para-que-se-apruebe-la-ley-que-impida-la-venta-de-tierras-afectadas-por-el-fuego-en-la-patagonia?bucket&source=facebook-share-button&time=1426874565

El Atlas perdido

Hace unos días opté por deshacerme de tantos recuerdos y souvenir inservibles, que no hacen más que ocupar espacio y que en el fondo no me llenan en lo absoluto. Así que mientras terminaba de llenar la tercera bolsa de basura (basura emocional para ser precisos), descubrí un par de cosas raras en mi biblioteca, una pequeña colección de mapas que sin querer he ido guardando durante mucho tiempo. Generalmente me sucedía que al ir a una nueva ciudad solía pedir el mapa de la provincia o el plano de la ciudad en sí y que al volver los guardaba como pequeños tesoros sin siquiera notarlo. Incluso guardó hasta los mapas que usaba en el colegio y hasta me apropié de unos viejos mapas de mi mamá. Y los encontré, un poquito por acá y otros en algún rincón junto con los pasajes y alguna entrada a algún museo. Raro ¿no?

Una parte del atlas...
Así que aquí estamos, con mapas, pasajes, entradas a grandes lugares y muchos recuerdos. Espero que se conviertan en muchos más...

lunes, 23 de marzo de 2015

Instrucciones para una Nahi un poco más joven

Ayer pasó de nuevo, un año más se me fue y seguimos preguntándonos ¿qué es la vida? Lo cierto que aún no lo sé y tampoco tengo ganas de intentar responder. Tan solo quiero escribirle a la Nahi de quince años, a ver si por casualidades alguien viaja en el tiempo y le da estas instrucciones.

Hola pequeña:
Has crecido mucho, incluso han pasado varios años desde que empezaste a ser consciente de esta realidad del orto, así que creo que es momento de decirte que no te asustes, que las cosas no empeoran nunca, solo les gusta amenazar. También estaría bueno decirte que vas a ser una gran escritora, solo que cuesta demasiado, a no frustrarse y practicar. Además tienes que saber que te gustan las montañas, los viajes, el sabor a poleo y los amaneceres, sería lindo que empezaras a dormir más y no te dejes maravillar por esa farsa de la adolescencia, `porque te va a empezar a doler mucho el hecho de que cedas esas cosas que te podrían hacer muy feliz, solo por encajar en una etapa.
Tal vez sea inevitable que te empieces a sentir sola si buscas lo que quieres, pero vamos, que así te será más fácil encontrar con quien compartir lo que te llena de vida y no te pasaras los siguientes cinco años preguntándote por qué eres tan rara (cuando en realidad no lo eres).
Y tienes que saber algo muy importante: Las distancias siempre serán hermosas porque generan los encuentros más sentidos y los lazos que sobreviven a ellas son más fuertes, pero también duelen bastante, así que por favor, trata de no enamorarte los siguientes años de los destinos lejanos. Tal vez resulte imposible no hacerlo, pero vamos, te lo estoy advirtiendo porque no quiero que sufras. Ojo, que no digo que el dolor sea malo, nos ayuda a crecer, solo que no quiero que te sientas asfixiada creyendo que este lugar no es tu casa, y vamos, que tu casa eres tú misma.
Volviendo al amor, enamórate con locura de cada día, de cada amanecer, de cada uno de tus rulos, de cada una de tus pestañas, de cada parte de tu cuerpo, de las personas que aún están, de cada árbol, de cada bosque, de cada montaña y de cada momento… Enamórate de todo hasta que aparezca alguien que le pueda robar un poquito de romance al mundo, porque si, va a aparecer y no morirás sola con cuarenta gatos, vamos, que ni te gustan los gatos. Mientras tanto no te aferres a nadie, ni amigos ni familia, las personas a la larga siempre se van, por unos momentos o por eternidades, no te aferres para que puedas disfrutar su compañía sin contemplar a cada instante el momento en el que se irán.
Para ir terminando solo te pido que no te culpes ni te atormentes… Las personas que están lejos no pueden tocarte ni hacerte daño, y no es tu culpa que ellos no estén aquí ni intenten acercarse. Ambas sabemos cuánto lo intentas, cuantas ganas tienes de arreglar todo, pero por favor, no lideres batallas que no son tuyas, porque vas a tener todas las de perder.

En fin pequeña, no seas por nadie, se por ti…

viernes, 13 de marzo de 2015

2015 ¿De quién eres?

Luego de hacer cumbre en el cerro de la cruz, en La Rioja, Argentina.
Foto de Karen Alurralde
“El 2015 es nuestro año” me dijo alguien hace exactamente dos meses. Para ese entonces yo estaba en Junín de los andes, en el norte patagónico, viviendo una de las experiencias más cautivantes de mi vida y por supuesto que le creí. Sin embargo una semana después ya estaba en casa teniendo una de las crisis más grandes de todo mi tiempo. Entonces saltó la pregunta obvia “si este no es mi año ¿de quién es?”  Y vuelta a lo mismo de que esta ya no era mi vida, que ya no era mi momento, que se me pasaba el tiempo y que casi tengo veinte años y no hice nada memorable…
Justamente por eso me reuní con dos amigas que de a poco se van convirtiendo en una especie de hermanas mayores. Nos pasamos el día hablando, sin ganas y sin intenciones, de la soledad.  Entonces me acordé de Georges Perec y su hombre
dormido, que no era más que un tipo asustado, que temía perder su libertad si seguía el ritmo de la sociedad en la que vivía. Pero más que pánico a la sociedad era al poder que él le daba, a no saber qué tan dueño era de si y de su intimidad y que tantos secretos le había arrebatado su vecino a través de las paredes de papel. Lo traigo a mi vida y no sé bien que me asusta, si la soledad, si la compañía que genera ataduras o tal vez el vacío de la gente que ya se ha ido. Creo que es de todo y un poco más, sin olvidar claro, mi empeño en encerrar todo lo que siento en la pantalla del celular, como si fuera espacio suficiente.
Y hablamos durante la mañana y la tarde, entre mates y sin almuerzo. Recordando una anécdota divertida, evocando un sentimiento profundo, maldiciendo que este mundo sea tan grande y nosotros tan ínfimos. Incluso putear esa tendencia que compartimos a amar los destinos lejanos, porque el camino hacia ellos está lleno de abismos. Malditas distancias…

Después de esa larga charla volví a casa, sola como siempre, para encontrarme las habitaciones más que vacías y sin recuerdos. Pensar que mis mejores recuerdos se han perdido en otras ciudades y que por eso se sienten tan falsos… Al final si, se me están pasando los años, incluso este 2015, que con lo bueno y con lo malo también se me va a pasar…

Mi Camino es Amor

No sé ni a donde estoy parada en estos momentos, tan solo falta una semana para mis dos décadas y no estoy segura de a donde quiero ir, que quiero hacer o siquiera si quiero festejar ese día supuestamente especial. Lo único que puedo asegurar es que estoy creciendo, y sacando las frustraciones y los momentos tristes, se siente tan bien hacerlo. Pero obviamente que siempre estará la duda de hacía donde quiero ir, cual será el proyecto que armaré... Sinceramente tantas dudas me aterran, aunque con mi espíritu de curiosa insaciable, temo mucho más no poder responderlas. Así que ya es momento de ir y empezar a vivir, por eso lector errante, te invito a caminar conmigo.

viernes, 20 de febrero de 2015

Ese bichito llamado nostalgia

Lo siento, dije que me pondría las pilas con los estudios y estoy fallando justo ahora. No sé si son mis ganas de no estudiar, o si  es que en realidad los ácaros son portadores de ideas un tanto triste, y mientras uno duerme estos saltan de la almohada a tus oídos y te recuerdan con una voz suavecita esas cosas que extrañas. Tal como notan hoy quiero hablar de nostalgia.
Recuerdo a alguien que decía que la verdadera nostalgia surgía solo en los instantes previos a morir, y la verdad creo que no está tan errado, aunque diría que hay mayores muertes que directamente la física y todas son causadas por el mismo asesino, ese llamado olvido. Así que sin más ni menos, es factible afirmar que este bichito desesperante, mejor conocido como nostalgia, aparece en cualquier momento, y no necesariamente en el menos esperado.

Si lo pienso seriamente creo que el gran problema es que no me gusta olvidar. Como me aferro tanto a las personas aunque poco las conozca, me cuesta demasiado asimilar cuando desaparecen de mi vida. No me gusta quedarme sentada para ver como se van. 
Tal vez y solo tal vez, si la soledad no asustara tanto  me sentiría feliz así, sin gente a la que aguantar y dándome todos los lujos egoístas que soy capaz de permitirme. Si tan solo no me ahogara en la cajita de recuerdos tan seguido... 

miércoles, 18 de febrero de 2015

El aire que se me escapa

Se supone que debería estar estudiando, pero aquí me ven, decidida por completo a escribir en este pequeño espacio (y de paso no abandonarlo como todo lo que empiezo). Por eso quiero contarles algo de 2015, porque 2014 ya se fue y no tengo ganas de recordarlo en estos momento. Así que empecemos por enero, precisamente allá por el cinco. Sé que todos dirían "Noches de Reyes Magos" y si, no creo que estén equivocados, porque aquel día recibí, aunque temprano tipo 16hs, uno de los mejores regalos que había tenido: Mi primer viaje de mochila.
Esta fue la carpita del primer día antes de salir a ruta, en Villa La Angostura. La foto es de mi compañero en el viaje, Fran M.

No es que alguien haya sacado de la bolsa mágica la mochila, la bolsa de dormir, la carpa y el dinero para los pasajes a Neuquén, sino que yo solita estaba regalándome una de las experiencias más importante que he tenido en estos casi veinte años. Así que después de varios meses de problemas, de darme cuenta que había algo en mi día a día no cerraba y escuchar las historias de esa gente que había metido toda su vida en un saco de tela en la espalda para ir a recorrer el mundo, decidí que era momento de irme a buscar un lugar al que poder decirle hogar. Entonces ( ya sé que dije que no quería hablar del 2014) en octubre lo convencí a un amigo para recorrer la ruta de los siete lagos.
Es un trayecto de 108 km de la icónica ruta 40, entre Villa La Angostura y San martín de los andes, allá en el sur de Neuquén. Si uno lo piensa bien parece fácil ponerse una mochila y salir a caminar, y más cuando están tan acostumbrado a manejarte por la vida a pie. Sin embargo nunca terminé de entender la magnitud de algunas cosas, como el hecho de que tenía que caminar por varias cuestas con una mochila de 15kg, que no estaba acostumbrada a ese clima y que no estaba prepara del todo mentalmente para aquel viaje, entre otras cosas.
Primero que como toda buena norteña argentina vivo acostumbrada al calor desesperante de los veranos, algo así como unos 45º durante el día y unos 35º en una noche demasiado fresca en enero. Entonces cuando llegas a esa hermosa patagonia helada y en las noches no puedes dormir en la carpa porque los 0º, tan comunes ahí, son igual a un invierno crudo en tu casa, pues simplemente al tercer día queres tirar a la mierda la mochila y toda esperanza de terminar esa hermosa travesía. Ahí es cuando te das cuenta de que hay otro problema aún más grande que lo que le está pasando a tu cuerpo, y es que la cabeza juega en contra. Digamos que lo noté más en el día dos, antes de llegar al camping La Belunese, cuando colapsé. mientras caminábamos cuesta arriba le pedí a mi amigo que paráramos y me quebré. Sucede que en cuanto me saqué la mochila para poder descansar la espalda me di cuenta de que no quería seguir haciendo eso, de que ni siquiera entendía por qué había decidido hacer un viaje de ese tipo, siendo que podría estar muy cómoda en casa y no allí, sufriendo. "Dale, ya llegamos, no falta nada y ya vas a poder descansar bien" me decía Fran cuando me convencía de cargarme los 15 kg al hombro y seguir, pensar que faltaban solo dos kilometros ... (Flaco, si alguna vez llegas a leer esto, gracias por empujarme). Incluso habiendo llegado al camping y estando más tranquila me seguí sintiendo mal porque quería estar en casa, durmiendo en mi cama y compartiendo con mi familia y no con un flaco al que poco conocía. En el fondo estaba asustada, sabía que me esperaban varias noches heladas, más días de duro trabajo y que ya la piel me ardía muchisimo (porque si, subestime también al inti patagónico y terminé por insolarme), pero me preocupaba más la idea de volver derrotada a casa, de forzar mis límites más de lo que pensé alguna vez para cumplir un sueño que estaba detestando. Entonces en la cruda velada que siguió volví a preguntarme si realmente estaba feliz con ese pequeño sueño casi logrado. La única respuesta que encontré mientras tiritaba a más no poder fue que sí, porque todo lo bueno que estaba ganando era mil veces más que el cansancio.
Y pasó una noche más de frío insoportable y después la ruta nos ganó. Abandonamos como soldados conscientes de los peligros, con la esperanza de volver algún día y ganar la batalla. Por eso no puedo decir que me fui frustrada, sino que aprendí demasiado en pocos días. Primero que nunca hay que subestimar ni a la pacha, ni a la patagonia, ni a nosotros mismos. También lo dulce que puede ser una manzana cuando se ha pasado hambre, o lo bien que se siente un abrazo cuando estamos totalmente derrotados. Por supuesto que han habido muchas más pero ya son historia...
Mark Twain decía que hay dos días importantes en la vida de una persona: el día que nace y el día en el que descubre para qué. Después de esta mini experiencia en el sur sé que aunque aún no ha llegado el segundo día, estoy segura de que no vine a este mundo para vivir en la cajita de cartón. Apenas si puedo esperar ansiosa para volver a llenar la mochila y huir buscando ese cachito de aire que se me escapa...

domingo, 8 de febrero de 2015

El amanecer

Primera entrada y por tanto una bienvenida. Esto de empezaar un blog nuevo es algo complicado ya que se necesita tiempo, ganas y cosas para publicar. Incluso para mi se volvió una decisión importante, como empezar clases de algo que tal vez nos marque un poquito la vida. Sin embrgo quería volver a sentir ese tremendo entusiasmo que genera el lienzo en blanco, algo que debo admitir que ya viví cuando empecé con Vivencias, mi blog de inventos literarios. También pasa que temía llenar ese espacio con desahogos, cosa que nunca estuvo en los planes. Por eso, lectores fugaces, cree "El sol del camino" con el fin contarles un poquito quien soy, un poquito que me pasa y mis aventuras. Así que les abro mis puertas y sepan que aunque esto es pequeño, siempre hay lugar para los que quieran quedarse.